Fiebre tifoidea
Es una enfermedad infecciosa que
se contrae al consumir agua o alimentos contaminados por la bacteria Salmonella
typhi.
La fiebre tifoidea es una
enfermedad infecciosa y se manifiesta, sobre todo, en forma de fiebre elevada,
que se prolonga en el tiempo.
Frecuencia
La fiebre tifoidea sigue siendo un Trastorno importante en
algunos países, con más de 12 millones de casos cada año. Es muy frecuente en
el sudeste de Asia, el norte de África ecuatorial y otros países, donde causa
la muerte en el 10 al 25% de los casos. Esta mortalidad relativamente elevada
(hay que tener en cuenta que la fiebre tifoidea, si es bien atendida,
evoluciona favorablemente) se explica, esencialmente, por el hecho de que, en
ciertos países, la falta de medicamentos no siempre permite tratar a los
pacientes de forma eficaz.
Sin embargo, en los países desarrollados la enfermedad es
muy infrecuente, debido en gran parte a la mejora de las condiciones de vida.
Muchos de los casos diagnosticados tienen como causa un contagio durante un
viaje efectuado al extranjero.
Contagio
El contagio por la bacteria responsable de la fiebre
tifoidea es estrictamente humano, es decir, los gérmenes sólo pueden proceder
de personas enfermas o de personas contagiadas que no presentan ningún síntoma
(portadores sanos).
Se produce por ingestión de los gérmenes contenidos en los
excrementos de estas personas (enfermos y portadores sanos).
La transmisión puede ser directa, por medio de las manos, o
indirecta, a partir de alimentos, agua de bebida o mariscos contaminados por
excrementos humanos.
La propagación de la enfermedad depende de la higiene
individual, pero sobre todo de la higiene pública. Está relacionada con los
sistemas de distribución de agua y con el tratamiento de las aguas residuales.
En algunos países, el servicio de agua suele ser deficiente, por lo que la fiebre tifoidea es muy frecuente.
Síntomas
Después de la ingestión, los bacilos atraviesan la pared
intestinal y se multiplican en los ganglios linfáticos. La fase de incubación
silenciosa corresponde a esta multiplicación. Tiene una duración de 7 – 15
días.
Los gérmenes alcanzan rápidamente la sangre. Entonces
aparecen los primeros síntomas.
En principio, aparecen Transtornos digestivos (dolores
abdominales y en ocasiones, vómitos) y nerviosos (dolor de cabeza, insomnio y
vértigo), así como un aumento progresivo de la temperatura. Por lo general,
estos signos se manifiestan durante la primera semana de evolución de la
enfermedad.
La segunda semana está marcada por una fiebre elevada
mantenida (entre 39 y 40°C) y se acompaña de un estado de postración y de
delirio muy particular. El paciente
dormita durante el día, mientras que, por la noche, no duerme y delira.
La gravedad de la liberación en la sangre de sustancias
tóxicas (toxinas bacterianas). Éstas son responsables de graves Transtornos
cardíacos, digestivos y neurológicos.
Diagnóstico y Tratamiento
El diagnostico se confirma por el hallazgo de Salmonella en
la sangre y en las heces.
También se identifican en la sangre los anticuerpos
dirigidos contra las bacterias. Esta prueba puede resultar positiva a partir de
la segunda semana de la infección. El tratamiento consiste en administrar
antibióticos durante 10 – 15 días, aproximadamente. Se asocia con rehidratación
y reposo.
Debe efectuarse también la detección y el tratamiento de los
individuos portadores del bacilo que no presentan la enfermedad (portadores
sanos), en el entorno del paciente, para evitar la propagación de la fiebre
tifoidea.
Cuando el tratamiento empieza precozmente, la curación se
alcanza en unos días. Cuando es demasiado tardío, pueden aparecer
complicaciones: especialmente, perforación intestinal con riesgo de
peritonitis, en cuyo caso se precisa una intervención quirúrgica.
Sin tratamiento, la fiebre tifoidea puede ser mortal por sus
posibles complicaciones.
Prevención y vacuna
Se recomienda la vacuna a los viajeros que se desplazan a
zonas de endemia, es decir, casi todo el mundo, excepto Europa, América del
Norte, Australia y Nueva Zelanda. La antigua vacuna TAB ha sido ampliamente
sustituida por la vacuna vi, eficaz con una sola inyección y seguida de una
dosis de recuerdo a los 3 años.
En cualquier caso, la vacuna no confiere una protección
absoluta y, en los países de riesgo, es indispensable comer únicamente
alimentos bien cocinados y beber agua hervida o bebidas embotelladas o
enlatadas.
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